La Sierra del Rincón tiene un enorme potencial de recursos agrícolas. Siglos de agricultura han configurado un patrimonio genético diverso y, cómo no, adaptado a las condiciones de este territorio. Los suelos, el clima, la orografía, las plagas… han obligado a seleccionar las variedades, las costumbres de cultivo y las técnicas de conservación más óptimas para poder seguir aprovechando estos recursos naturales.

En las últimas décadas, estas variedades agrícolas corren peligro de desaparecer, sobre todo porque cada vez quedan menos hortelanos y quienes se incorporan tienen a su disposición nuevas máquinas, variedades comerciales, técnicas y productos “intensivos” aparentemente más productivos que los locales. Aunque cada vez hay más preferencia por las cualidades que la agricultura tradicional ofrece y que incluye variedades menos homogéneas.
El Banco de semillas se crea con la intención de conservar ese legado de agrodiversidad. Reconoce el carácter comunitario de los “fondos” que conserva y por ello permanece en un organismo público. También es participativo, abierto a todas aquellas personas que lo soliciten y que mantengan huertos en la Reserva de la Biosfera, que se comprometerán a cultivar de forma adecuada un número anual de variedades, evitar

hibridaciones y otras pérdidas de cualidades y a reintegrar a la red de semillas el número acordado. Con ello, acceden a los “fondos” del banco, que cuenta con algunos protagonistas destacados como los judiones, pero también otras dos decenas y media de especies, con una elevada cantidad de variedades.